Jorge estaba feliz porque al fin habían terminado el desarrollo de una herramienta contable y de negocios que sería la solución para las pymes del mundo.
Decía que era más que un ERP de clase mundial, ya que lo había desarrollado desde cero y tenía ventajas enormes respecto de afamadas marcas, ya que incorporaba una serie de módulos de gestión operacional y comercial, muy intuitivos y sencillos de implementar directamente por los usuarios.
Como contador general de una empresa productiva, le había correspondido implementar un ERP world class, con el apoyo de consultores especializados y con muchos inconvenientes en la implementación, a un costo elevadísimo y en un plazo muy superior al previsto originalmente.
Con esta experiencia, se decidió a desarrollar él mismo un ERP que resolviera todos los inconvenientes que había sufrido y después de tres años de duro trabajo en solitario, por las tardes después de su trabajo como contador en la empresa, tenía frente a sus ojos su creación, de la que se sentía muy orgulloso.
Solamente contó con la ayuda de un programador amigo, que tenía una empresa de desarrollo de software, con el que llegó a un acuerdo de canje conveniente para ambos, programación de módulos a cambio de su asesoría contable y tributaria.
Estaba divorciado, no tenía hijos y vivía solo. Su vida giraba en torno a su trabajo como contador en la empresa y esta nueva pasión que era el desarrollo de su ERP, que aún no tenía nombre.
Jorge era un lobo solitario, siempre se las había arreglado solo, para todo lo que hacía.
Y ahora estaba en un gran dilema, ya que sabía que para la operación de su ERP, mantención, soporte y mejoras, debía contar con personas especializadas que se hicieran cargo, además reconocía que no sabía de ventas, ni de estrategia comercial, ni de negocios.
Lo único que tenía claro es que este ERP debería comercializarse en un modelo SaaS (pago por servicio en la nuble, con un modelo de licencias por usuario)
Tampoco tenía capital y no disponía de recursos. Solamente tenía su creatura.
Se dio cuenta que había estado tan concentrado en el desarrollo de esta solución ideal, que no había pensado en el modelo de negocios ni menos en la estrategia comercial.
¿Debería buscar socios que lo apoyen en la gestión y/o que aporten capital?
¿Sería mejor que buscara un inversionista y venderle su creación?
¿Quizás a una empresa de desarrollo de software podría estar interesada?
¿De verdad es un buen producto, ya que el sistema lo había probado solo él?
¿Qué tal si acude a un mentor de negocios para que lo asesore o a una aceleradora de startup?
Nunca le encontró más sentido que ahora, a esta frase que escuchó alguna vez:
“Si caminas solo irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos”
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Ayuda con tus consejos a este emprendedor solitario, en los comentarios.
El desenlace lo encontrarás el próximo lunes en el podcast Ventas B2B.