Entre el amor y los planos

Gloria y Pablo son pareja desde la Universidad, donde se conocieron y el flechazo fue casi instantáneo.

Ambos fueron inseparables estudiantes de la carrera de arquitectura y se propusieron no reprobar ningún ramo y sacar la carrera en el menor tiempo posible.

Incluso la práctica laboral la hicieron juntos y en la misma empresa.

Como era previsible, decidieron irse a vivir juntos y emprender.

Crearon una empresa donde ofrecían servicios de arquitectura a personas que querían ampliar o remodelar sus casas.

Trabajaban por proyectos y los desarrollaban en conjunto.

Por el modelo de negocios que abordaron, nunca tuvieron clientes recurrentes, ya que cada cliente representaba un proyecto, que lo desarrollaba solo una vez en toda la vida.

Les iba bastante bien y normalmente tenían un par de proyectos simultáneos, hasta que llegó la pandemia y se fueron a pique.

Estuvieron casi dos años sin ningún proyecto y tuvieron que pedir ayuda a sus padres para mantenerse.

Las cosas entre ambos también comenzaron a flaquear.

De tanto estar juntos, más de 12 años, se comenzaron a aburrir.

No tenían hijos y vivían en un pequeño departamento que se construyeron en el patio de la casa de los padres de Gloria.

Pasó la pandemia y el encierro, pero no lograron desarrollar nuevos proyectos ya que la economía se estaba moviendo a un ritmo demasiado lento.

Salieron a caminar por el vecindario y sostuvieron una conversación madura, de adultos, sin reproches y se plantearon los siguientes temas:

–        ¿Valía la pena persistir en la empresa? ¿Qué cambios deberían hacer?

–        ¿Era mejor que ambos buscaran empleo? Separarse por primera vez.

–        ¿Deberían separarse como pareja? Ya que ambos reconocían mutuo cariño y respeto, pero ya no había chispa ni entusiasmo.

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