Existen dos actividades que son transversales a todos los modelos de negocios y tamaños de empresa:
Vender: Atraer y buscar nuevos clientes y nuevos negocios, es lo que le da sostenibilidad a cualquier emprendimiento, por lo que nunca debes dejar de prestarle atención. Alguien debe ducharse pensando en a quién le voy a vender cada día.
Producir: Esta es la actividad central en la fabricación de la propuesta de valor que te comprometiste a entregar como producto o servicio, para cumplir con la promesa que le hiciste a tu cliente, de acuerdo a tu modelo de negocio. Todas las demás actividades necesarias para hacer funcionar la empresa pueden ser externalizadas o delegadas.
No quiere decir que no sean importantes, por ejemplo pagar los impuestos, facturar, cobrar, pagar a los proveedores, que los sistemas computacionales estén utilizables siempre, etcétera, pero no son estratégicas porque no le aportan valor a tu cliente.
Aquí es donde el emprendedor se juega su tranquilidad. Si quiere hacerlas todas…como un malabarista, estará muy ocupado en tareas operativas pero que no le aportan valor.
Es tentador al comienzo de un emprendimiento el querer saber de todo y estar en todas las actividades directamente, pero eso impide que el negocio crezca.
Si se trata de vender, mejorar tu producto o servicio, pensar en acciones estratégicas para crecer por ejemplo, es clave para el desarrollo del negocio.
Piensa siempre antes de ejecutar: ¿Es esta actividad clave para mi negocio? ¿Le aporta valor al cliente? ¿Hay otros que sean especialistas y lo pueden hacer mejor que yo?
Es muy fácil caer en el micro managment o la gerencia del detalle, pero eso te impedirá estar en labores más estratégicas para tu negocio.
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