Pedro Picapiedras tenía un perro que se llamaba Dino.
Ahí encontré el nombre para este vendedor perro, que se quedó pegado en el pasado.
Ojo que no me estoy refiriendo a personas con muchos años, sino a un tema de actitud.
Hay jóvenes con actitud de viejos y viejos con alma de jóvenes.
El vendedor dinosaurio, siente que ya todo lo sabe y no quiere adaptarse a los nuevos tiempos y a nuevas formas de vender.
Son soberbios y sordos.
Se niegan a reemplazar su agenda por un CRM, por temor a entregar los datos de sus clientes y a trasparentar su actividad comercial o sencillamente porque temen quedar al descubierto con su escaso manejo con el computador.
Cuando llevan mucho tiempo en la empresa, posiblemente ya no tienen la pasión de los inicios y les encantaría que les ofrecieran un arreglo económico como indemnización para retirarse.
También existen los empresarios dinosaurios que dirigen equipos comerciales de la única forma que ellos conocen y esta es con el látigo para que salgan a terreno.
Si eres dinosaurio y lo reconoces, mejor transfórmate en Perennial: Jóvenes mayores de 40 años, con más proyectos que recuerdos.